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domingo, 3 de julio de 2011

Sorpresa y media tana.


 Los Tanos por fin pudieron sacudirse la mala racha que arrastran desde el principio del torneo y sacaron tres puntitos de oro. Si bien trataron de armar un ataque que lastimara a los naranjas, todo intento parecía muy tibio. Encima a los 14, Viru Uhlir clavó un golazo desde al lado del poste que puso a Última Esperanza arriba en el marcador y les aguó el asado. El partido siguió equilibrado, con mucha marca y lucha en el medio. Pero a los 24, llegó el empate. Los Tanos aprovecharon un simple lateral desde tres cuartos de cancha y, sin que medie ni aviso ni reacción, Martín Cervirizzo mandó un bombazo al arco que entró sin pedir permiso. Hubo que avisarles a los naranjas que les habían empatado. Hasta ahí todo parejo, podía estar para los dos, el que mete el gol gana, etc, etc.

El segundo tiempo fue diferente. Al principio casi la mete Gustavo Ramos de cabeza por un centro de Jorge Campana después de una jugada monumental, pero la pelota se fue cerca del palo. Después fue todo tano, con el empuje que da en el medio Carlos Ulloa, la velocidad de los delanteros y la fuerza que viene del fondo. A los 6 Germán Vargas se le fue a la marca por derecha, mandó un centro rasante y Matías Di Lello hizo sonar un Si sostenido al anticipar al arquero  y tocar al gol. Dos minutos después los naranjas se entregaron al KO y contribuyeron a hacer irreversible lo que se daba. Un lateral a favor y en su propio campo fue a dar increíblemente a los pies del flaco 10 tano. Sin pausa, Cervirizzo remató al arco y convirtió el tercero. Lanzado al ataque, Última Esperanza descuidó las espaldas. A los 9 se perdió el gol otra vez Cervirizzo. A los 11, Germán Vargas. A los 17 Ulloa tuvo su premio por la labor realizada. Recibió otro lateral y, desde una posición incómoda, mandó la pelota a guardar por arriba del arquero y de cualquiera que anduviera por ahí. 

El 4 a 1 le dejó a Los Tanos cierta tranquilidad en la pelea por la clasificación porque lo aleja de los malditos dos últimos lugares. A Última Esperanza lo llenó de preocupaciones.

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