A LURO LE SALIERON LAS COSAS Y FESTEJÓ EL PARTIDO Y EL TORNEO. DEFENSORES DE LA QUILMES CASI SE QUEDA CON TODO. PERO EL FÚTBOL ES ASÍ.
Al grito de "Luurooo Campeó, Luurooo Campeó" la muchachada azul, unida en un único abrazo, salticó en el centro de la cancha al son de los aplausos de propios y extraños. Abrazo que sintetizaba la alegría por lo obtenido, pero también la de haberlo hecho juntos. Se trata sólo de un torneo de fútbol, sí. Pero el día a día y las relaciones que se establecen en el grupo son de las de verdad. Luro dio señales de estar consolidado en eso y seguramente fue condimento necesario para poder levantar la Copa Episco. A Pancho Nabais le rebalsaba la euforia, encabezó con grandes trancos pausados la Vuelta Olímpica y no dejó de moverse nunca. El Colo Vigano trataba de reponer el aire que le faltó y se estrechó en diez mil abrazos. Leandro Steimberg, con la mirada llena de ilusión, no paraba de relatar lo que había pasado. El Lolo Zamolo lucía una tranquila satisfacción y trataba de dejar claro que a pesar de sus seis amarillas en el torneo es el mismo buen tipo de siempre. Los hermanos Aranda, Javier González, los hermanos Alonso, el gran arquero Rafael Iglesias, los jugadores lesionados, los que no estuvieron, como Mariano Kahayan y Eduardo Díaz supieron que se les había dado esta vez lo que estaban buscando. Premio a un equipo que siempre fue positivo.
El partido había empezado con un 1 a 0 para Defensores de la Quilmes. Al minuto cincuenta segundos de juego, Fabricio Lunetta robó una pelota en la última línea de la defensa azul y se fue solo para enfrentar al arquero. Al pelado no le cuesta nunca y esta vez, tampoco. Se la tocó suave a la derecha del arquero que salía y la pelota entró mansita al arco. Los cerveceros son un equipo que cuando les sale, le pintan la cara a cualquiera. Y parecía que ésta podía ser una de esas veces. Pero Luro no cambió la idea con que quería plantear el partido. Cerró todos los caminos para el tiki tiki quilmeño y empezó a crecer. Tuvo dos oportunidades antes del empate. La primera con un bombazo de Vigano que se desvió en la cabeza de Nabais y se fue cerca. La segunda con un tiro libre de Leandro Aranda que se fue apenas arriba. A los 7 llegó el gol lurense. Pablo Alonso recibió un lateral y avanzó por la derecha. Mandó un centro rasante que pasó a todos y le quedó servida a Pancho Nabais que sólo tuvo que empujarla a la red. Con el empate el partido se equilibró. Pero daba la sensación que Luro lo tenía todo controlado. A los 16 los azules se lo perdieron tres veces. Un arranque arrasador de Vigano al área, centro a Nabais, quien intentó un taco ante la salida del arquero pero le quedó otra vez al delantero. Pancho remató otra vez pero el arquero tapó con el cuerpo. El rebote le quedó a Pablo Alonso. Su disparo fue desviado por un defensor. Como en el boxeo. Cuando al rival se lo tiene a tiro hay que darle para que tenga. Luro lo intentó. Pero a los 29, fue Defensores de la Quilmes en los pies de Lunetta quien se lo perdió dos veces en la misma jugada por la intervención del arquero Iglesias. Los equipos se fueron al descanso sabiendo que el que pudiese aprovechar se quedaba con el partido y con el campeonato.
Al comenzar el segundo tiempo los azules armaron una jugada con estilo "cervecero" en donde la tocaron todos y siempre alguien quedaba libre. Al final Leandro Aranda remató apenas alto. Rápidamente Defensores de la Quilmes tomó el control de las acciones y fue enredando a Luro en su trama. Tuvieron seis oportunidades de gol. A los 5 Greenberg Farías se lo perdió de cabeza. A los 7 Eduardo Arnay remató, pero la pelota se fue por poco. A los 8, Lunetta obligó al arquero lurense a levantar vuelo para sacar una pelota espectacular que se metía a media altura. A los 16, otra vez Lunetta complicó a la defensa azul, eludió al arquero pero el oportuno doble cierre de Aranda evitó la caída del arco. A los 25, otra vez Greenberg Farías complicó con la cabeza. Parecía que la pelota no entraba y que la cosa se iba a definir desde el punto penal. Pero los que saben dicen que los goles que no se meten en el arco contrario, terminan entrando en el propio. Y se cumplió. A los 26, la pelota le quedó a Pancho Nabais por derecha. Se acomodó a la carrera evitando la marca y mandó el disparo que abrió la puerta al campeonato. La pelota entró recta entre el palo izquierdo y el arquero que se estiró sin alcanzarla. El resto es la historia contada.