La nueva cara de Última Esperanza todavía no terminó de configurarse, pero ya se ven algunas novedades: equipo luchador, con mayor solidez defensiva y potencia de gol. Queda para los viejos alfareros seguir modelando sin perder el rumbo de la matriz. Big Boy, otrora exitoso, está cambiando la piel y buscando un estilo que lo defina. Proceso que por el momento presenta más penas, que alegrías. Sin embargo, ninguno de
los dos equipos puede haber fogoneado desilusión por lo ganado o perdido en la Fecha. El encuentro se hizo intenso y digno tanto para los unos como para los otros. Al principio la pudieron embocar los dos: a los 3, Gustavo Villar cruzó un remate que se fue cerca y un minuto después, el Negro Ramos con un bombazo desviado.
A los 9, penal para los BB por mano en el área, disparo violento de Felipe Lázzari que JC Ramos tocó pero no pudo evitar el primero en contra. Varios desacoples defensivos le dieron la oportunidad a Big Boy de encontrar espacios para lastimar. Así, a los 22 minutos, Pedro Ergo sacó un bombazo desde tres cuartos que pasó al arquero pero dio en el travesaño. A los 26 Cecchini desvió un penal y perdió una inmejorable oportunidad para poner a su equipo en igualdad contra un rival que se le venía. Un minuto después llegó la réplica y el segundo violeta. Una jugada a puro toque bello por derecha, terminó con un golazo de taco de Gustavo Villar anticipando al arquero.
El segundo tiempo fue más favorable al equipo naranja. Creció el aporte de Spotorno y Ramos. Apenas al minuto, el rugbier ganó la pelota por izquierda, remató pero dio en el palo, le quedó al Negro quien volvió a probar, pero dio en el cuerpo de un defensa y, esta vez, Emiliano Pereiro colocó la pelota con frialdad a media altura dentro del arco violeta. La cosa parecía más justa así. Pero Villar puso el tercero con un toque sutil ante la salida del arquero después de una habilitación de Lázzari. Para darle a cada uno lo suyo, la Balanza puso en los pies de Cecchini la pelota, el remate justo que antes le había negado y la red inflada para ajustar las diferencias y saberse en buen camino.
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El segundo tiempo fue más favorable al equipo naranja. Creció el aporte de Spotorno y Ramos. Apenas al minuto, el rugbier ganó la pelota por izquierda, remató pero dio en el palo, le quedó al Negro quien volvió a probar, pero dio en el cuerpo de un defensa y, esta vez, Emiliano Pereiro colocó la pelota con frialdad a media altura dentro del arco violeta. La cosa parecía más justa así. Pero Villar puso el tercero con un toque sutil ante la salida del arquero después de una habilitación de Lázzari. Para darle a cada uno lo suyo, la Balanza puso en los pies de Cecchini la pelota, el remate justo que antes le había negado y la red inflada para ajustar las diferencias y saberse en buen camino.
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