Luro es como Zapata, si no la gana, la empata.

Luro se dobla, pero no se quiebra. Ni la contundencia de C.A. Varet pudo con el equipo azul. Y, si bien no suma de a tres, el último campeón de la Copa Episco sigue en marcha como las tortugas (lentas, pero seguras). A los 9 llegó el primer gol cavaretero apelando a una fórmula que les dio buenos resultados: la buena pegada de Colares desde un tiro libre y la presencia inquietante del gigante Piermarini en el área. El centro llegó llovido y, después de una serie de rebotes en el área, el Turco Majluf puso la pelota en la red con un remate rasante que debe haber pasado a milímetros de unas cuantas piernas ansiosas por despejar. Pero el equipo azul le puso coraje y tuvo su premio. A los 11 casi empata Leandro Aranda. A los 21, una pueblada del boquense Pablo Zamolo les dio alegría al corazón. Peleó y ganó una pelota en el medio, se le fue a la marca a pesar del tabaco y los años y, antes de entrar al área, cruzó un remate que infló la red. El 1 a 1 además hacía justicia. En el segundo tiempo C.A. Varet renovó energías y se pudo llevar el triunfo. El Novio Sergio Ferrante hizo lo que quiso desde su nueva función de volante. A los 2, obligó al arquero Iglesias a despejar un bombazo que entraba. A los 7, recibió un pase por derecha y no perdonó. El disparo violento se coló por la izquierda del arquero que no pudo hacer nada. El 2 a 1 era un traje que quedaba a medida. Pero a los 25 del segundo tiempo Zapata se calzó las champion, encarnó en el que mandó el pase largo desde el área azul, se encargó de poner lastre en las piernas de la atenta y eficiente defensa blanca, tomó cuerpo flaco y desgarbado con el rostro de Pancho Nabais y confió en que iba a tener una oportunidad, puso el pie suave para desviar la pelota ante la salida del arquero cavaretero, vio como  el cuero se deslizaba hacia la red y ensayó un grito de gol que volvió a perpetuar su existencia con una camiseta azul, en un torneo de fútbol, en el barrio de Devoto.